Desordenada habitación

Monkey BusinessDe las personas autodidactas se decía a menudo que delataban sus carencias por haber adquirido su cultura a través de «lecturas desordenadas».

Lo de las lecturas «desordenadas» me ha sonado mal desde adolescente, porque implica que la educación reglada y académica proporciona a sus alumnos un orden de lectura «correcto». Empezamos por Homero y Virgilio, seguimos con Dante y Shakespeare, y ya para terminar nos enfrascamos en Goethe y Tolstoi. Y quizá un poco de Heidegger y Camus, si nos va la marcha.

Esto es ridículo, por supuesto, al menos en España, donde la educación superior apenas fomenta la lectura de sus estudiantes, que se conforman con apuntes y resúmenes siempre que pueden. Aquí no gusta leer ni para hacer una carrera. Y aun cuando fuera así, ¿de verdad puede existir un orden de lectura correcto, que incluyera los autores adecuados y el orden en que deben ser leídos, y excluyera lo superfluo, o lo relegara al final de la cola, cuando ya has cumplido con los clásicos?Pickwick

Tal vez alguien piense que sí. Pero ese alguien probablemente sea Javier Marías. O Pérez Reverte. Y en este blog no tienen ni voz ni voto. Un clásico debería ser cualquier título que nunca es demasiado tarde para leer, porque has estado ocupado leyendo tebeos de Tintín. O de Shin-Chan.

Por supuesto, estoy pecando de ingenuo al entender literalmente la expresión. En aquellas conmovedoras historias sobre genios autodidactas, «lecturas desordenadas» era un código para explicar que la persona en cuestión no había tenido el dinero necesario para recibir una educación formal, y por tanto su cultura era de una categoría inferior. Sí, se daba el caso de aristócratas o adinerados que caían en el desorden lector, pero en éstos tenía que ver con haber pasado sus años mozos borrachos o engorilados, y haber desaprovechado así las oportunidades educativas de su clase o su bolsillo.

Pero, en general, leer desordenadamente era de pobres.vineyard

Hace años que no me encuentro con la expresión «lecturas desordenadas», supongo que porque en la era http ya no existe tal cosa como una lectura ordenada. Mientras escribo esto tengo abiertas nueve pestañas en mi navegador, todas las cuales corresponden a textos o vídeos que he dejado a medias para hacer otra cosa.1

Ya ni siquiera lo llamamos leer: ahora navegamos, lo que es un símil bonito, pero no del todo adecuado. Los marinos por lo general iban a algún sitio, y si no perecían en el viaje, regresaban a algo que llamaban hogar. En internet raras veces vamos a algún sitio concreto. Y no existe el concepto de hogar, por mucho que nuestros navegadores memoricen una «homepage». El desorden ha ganado. 

Si el ideal de un lector o lectora es una biblioteca infinita a la manera de Borges, da igual por dónde empecemos a leer: en cualquier caso, no la vamos a acabar. Y si el riesgo de las lecturas desordenadas es que uno pase demasiado tiempo leyendo novelitas del oeste o románticas y demasiado poco leyendo dramas áticos, bueno… hay cosas mucho peores en las que malgastar los pocos años que pasamos en este planeta, creo.


 

NOTAS:

 1 Como creo en la transparencia, a continuación revelo a qué contenido dirigen las citadas pestañas de mi navegador:

a) El primer corto de Taika Waititi, el genio detrás de Lo que hacemos en las sombras y Thor: Ragnarok, titulado Two Cars, One Night, que he parado de ver a los 0:30 segundos. (Tiene buena pinta).

b) Otro corto neozelandés titulado Kitchen Sink, dirigido por Alison McLean, del que oí hablar bien en Twitter, pero que aún no he empezado a ver.

c) Un artículo aparecido en Technology Review sobre una investigación que neurocientíficos están realizando en las mentes de niños para aplicar sus descubrimientos en el diseño de Inteligencias Artíficiales, que he leído por encima pero pienso releer porque me interesa para algo que estoy escribiendo, aunque no sé si realmente lo utilizaré. Quizá simplemente aproveche la jerga científica para dar color:

https://www.technologyreview.com/s/612002/a-plan-to-advance-ai-by-exploring-the-minds-of-children/?utm_source=rss&utm_medium=Sendible&utm_campaign=RSS

d) La reseña de un episodio de la segunda temporada de Mr Robot en The AV Club. Solía estar muy enganchado a las reseñas de este sitio de las series que iba viendo, aunque las leía siempre con años de retraso (en el caso de Battlestar Galactica o Buffy, con más de diez años de retraso (!)), pero dejé de leerlas porque cada vez que entraba en el sitio la página principal me hacía spoilers de cosas de Juego de Tronos. Últimamente he vuelto a entrar, pero el rediseño gráfico del sitio no me acaba de gustar. Además ya no aceptan Disqus para dejar comentarios, lo que me da mucha rabia:

https://tv.avclub.com/the-illusion-shatters-on-mr-robot-and-everything-is-b-1798188812

Si no habéis visto esta serie la recomiendo mucho. El tema de hackeos desestabilizando el orden social y económico de un país han pasado de ser una fantasía molona que servía de excusa para ver a actores guapos poniendo cara de intensidad mientras aporrean un teclado a…. bueno, a ser el mundo que hay fuera de nuestra ventana.

La estética visual me tiene obsesionado, sobre todo esos encuadres tan extraños que le gustan a su creador Sam Esmail. Aquí hay un vídeo hablando de ellos:

e) Un épico hilo en Twitter de 45 días repasando toda la carrera de Elvis Costello, que está llevando a cabo @connorratcliff para celebrar la inminente salida del nuevo disco del artista, y que no tengo suficiente vida para leer en su totalidad. Pero está lleno de vídeos de youtube con actuaciones y temas de su carrera propios y de otros artistas que le han influido o versioneado o han colaborado con él, comentados por el autor del hilo, y es tan apasionante como una biografía de Costello, y el acompañamiento perfecto para leer las memorias que publicó hace un par de años.

Hace unas semanas hablaba de los Deep Cuts y cómo Costello era el artista con deep cuts por antonomasia, debido a su estajanovista producción musical. Bueno, pues Connor Ratcliff es el modelo de fan para el que no existe tal cosa como un «deep cut» de Elvis Costello.

Podría enlazar muchos vídeos maravillosos aquí, como la vieja grabación de Ross McManus, el papá de Elvis, de If I Had a Hammer, que tiene encanto por sí misma y porque ves en ella el código genético que llevó a Elvis Costello a moverse como lo hace. ¿Quién iba a imaginar que tu forma de bailar también se hereda? Pero al final he optado por el vídeo de esta vieja versión que Costello incluyó en su célebre peor album, Goodbye Cruel World, cuya sencillez hizo destacar entre tanto artificio de la era MTV… razón por la cual ha sido copiado DOS VECES por U2, tal como explica Ratcliff en su hilo. Esto no es una interpretación: los propios U2 le han reconocido a Costello que cuando no se les ocurre nada para un vídeo, le copian I Wanna Be Loved.

Se supone que Costello acababa de romper con alguien, y estaba a punto de romper con su banda The Attractions, y hasta había dicho que pensaba retirarse de la música (jajaja), así que la expresión de estar absolutamente perdido en este vídeo le debió de salir muy naturalmente. Es interesante como señala Connor Ratcliff que Costello canta o recita por encima de la canción grabada, lo que crea una disonancia muy expresiva.

f) Un artículo sobre Joanna Newsom aparecido en el blog de la NPR estadounidense.  Le tenía un poco perdida la pista por una razón tan de peso hoy en día como que Newsom no está en Spotify. Del servicio de streaming musical ella ha dicho que es «una pérfida camarilla de grandes discográficas», y que «Me he ido de tiendas de ultramarinos porque me doy cuenta de que hay un plátano pudriéndose bajo los estantes de la fruta. Lleva días allí. Está negro y desprende un gas que puedo oler en cuanto entro por la puerta. Spotify es el plátano de la industria musical. Desprende un tufo. Se puede oler que hay algo raro ahí.»

Y probablemente tenga razón, pienso. Dicho lo cual abro la ventana de Spotify y le doy al play para que siga sonando el disco de The Pastels que estoy escuchando.

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Galadriel en Lorien, cuando no está limpiando su anillo ni decapitando orcos.

https://www.npr.org/2018/09/13/642251473/joanna-newsom-is-the-21st-centurys-timeless-voice?t=1537355361561&t=1537366684053

Este artículo forma parte de una serie publicada por la cadena pública estadounidense en la que intentan expresamente crear un canon de artistas femeninas que corrija un poco el desequilibrio de género existente entre la crítica musical. Gustos musicales al margen, Joanna Newsom es una artista muy peculiar por el instrumento que eligió tocar en escena, el arpa, y por el timbre de voz tan inusual de que goza… y que admito que al cabo de un rato me pone de los nervios. Newsom me gusta lo bastante como para comprar sus discos, pero no tanto como para escucharla a todas horas. Pero qué letras escribe…

Me encantó verla en Puro vicio haciendo de la narradora de la historia. Seguro que Pynchon aprobó la elección también.

g) Un artículo sobre Carrie Coon aparecido en el New Yorker, y del que he leído la mitad, de momento. Hace cuatro o cinco años nadie la conocía fuera del ambiente teatral de Chicago, donde se hizo famosa interpretando el papel de Honey en la producción de ¿Quién teme a Virginia Woolf? que montó la compañía Steppenwolf. Honey es el personaje de la obra que no hizo Elizabeth Taylor, y se supone que hace de secundaria en el gran duelo interpretativo entre el matrimonio de Martha y George, pero de alguna manera la interpretación de Coon logró robarles varias escenas a lo largo de la obra. Y fue así que atrajo la atención de los poderes en HBO y acabó siendo Nora en The Leftovers, la mujer que para poder sentir algo contrata a prostitutas, las lleva a su casa, se pone un chaleco antibalas y pide que le disparen al pecho con un revolver.

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Carrie Coon en 2013, antes de ser  famosa. La foto se tomó en el Festival de Toronto, cuando asistía al estreno de la película basada en la obra de teatro de su pareja, Tracy Letts. Ahora le hacen fotos por ella misma; pero están protegidas por los derechos.

Y si eso no os da curiosidad por ver la serie, no sé qué más puedo deciros.

https://www.newyorker.com/magazine/2018/09/24/carrie-coons-existential-journey-to-tv-stardom?mbid=social_twitter

h) la pestaña en la que escribo esta entrada, que tenía abandonada desde hace meses porque la empecé sin saber muy bien adónde ir a parar.

i) La definición de literalidad en el sitio web de la real academia de la lengua española, donde campan libremente los Revertes y Marías de este mundo.

literalidad

1. f. Cualidad de literal.

 

Busqué la palabra con la esperanza de que describiera la tendencia de prestar demasiada atención al significado literal de las palabras, a pesar de que éste no sea el dominante por el uso que le ha dado el habla, tal como hacen algunas personas en el espectro autista. No es mi caso (creo), pero recuerdo de niño quedarme atrapado en los significados irrelevantes de las palabras y los nombres que escuchaba. Por ejemplo conocía a una niña que se llamaba Sole (no recuerdo nada más de ella, no tiene ningún significado romántico para mí), y al oír su nombre mi cerebro infantil siempre evocaba un día soleado. Interestingly, cuando aprendí que el nombre completo de ella era Soledad, seguí pensando en la conexión con el sol. Supongo que el concepto era demasiado abstracto para un niño de cinco o seis años.

Si yo tuviera una hija no le llamaría Soledad. Igual que si tuviera un hijo no le llamaría Edipo. Llamadlo superstición si queréis.

2 Las fotos de pilas de libros las he tomado yo, y sí, algún día estaría bien ordenar mis libros, porque a veces tardo horas en encontrar lo que busco. Los derechos de autor de las imágenes de portadas corresponden a sus respectivos autores y/o editoriales, y las presento aquí a modo ilustrativo.

La imagen de Joanna Newsom está tomada de la Wikipedia, donde figura con una licencia Creative Commons. Fue hecha durante su actuación en el End of the Road Festival del 4 de septiembre de 2011, en Inglaterra. Hizo la foto Jaswooduk

La foto de Carrie Coon también está tomada de la Wikipedia, donde consta como regida por una licencia Creative Commons. Fue hecha el 9 de septiembre de 2013 en Toronto. El autor es GabboT

arthur clarke

7 comentarios sobre “Desordenada habitación

  1. Bufff. Cuántas cosas y temas y vídeos para ver. Interné ya no deja tiempo para ná.

    Lo cierto es que no tengo ni twitter, pero está claro que para biografías de músicos, cineastas, actores y demás, nada mejor que el medio digital. Vas leyendo el texto y te dicen «tal tema, tal escena, tal momento en tal peli»… y a continuación tienes enlazado el vídeo…cosa que no puedes hacer con el libro, que tienes que o, bien tirar de recuerdos si ya conoces de qué va la vida del biografiado y eres fan, o cerrar el libro y buscar-escuchar-ver eso de lo que habla.

    No creo que tenga por qué tener razón con lo de Spotify. Es una plataforma. ¿Que no está todo? ¿Que no está ella? ¿Que habrá cosas interesantes fuera? Sí. Y también cosas que a lo mejor no escucharíamos o descubriríamos trasteando por spoty. Además, cada uno disfruta cómo y con lo que le apetece. Cuando escucho lo que pincho en spotify no huelo a plátano podrido. Esucho música que me gusta.

    Tengo en lista en Filmin (¿eso olerá a manzana pocha?) la de «Lo que hacemos por las noches» porque ya me la habías recomendado. A ver si la veo. La de Thor Ragnarok..eeeeeh… a mí me pareció un «pues ya está». De hecho, la tengo bastante olvidada.

    Un saludo.

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    1. Bueno, intento explicar por qué pienso que puede tener razón Joanna Newsom en lo de Spotify. No es que se queje de que ella no está en Spotify. Es que ella voluntariamente se ha quedado fuera del servicio (aunque sí está en otros servicios de streaming). Supongo que le huele a plátano podrido porque Spotify empezó siendo una plataforma independiente, pero le faltó tiempo para llegar a un acuerdo con las 5 grandes multinacionales, que podría incluso extenderse al tema accionariado, es decir, que la majors son en parte propietarias de Spotify. Y claro, las reglas del juego están escoradas para beneficiar a estas casas, no a los artistas. El pago de lo que recauda spotify se hace a las casas discográficas, que después pagan a los artistas según los acuerdos individuales a que hayan llegado… y que salvo que seas U2 o Taylor Swift serán siempre abrumadoramente favorables a la discográfica. Además, el reparto de dinero se hace no en función de una cantidad fija como se haría por una descarga o un disco en soporte material, digamos (por ejemplo) 1000 escuchas =1 céntimo de euro, de modo que por 1.000 000 de escuchas ganas 10.000 euros, No. Si digamos A tiene 1000 escuchas, B tiene 2000 escuchas, C tiene 20.000 y D tiene 2000.000 de escuchas, entonces El artista D ha acaparado el 98,86% de las escuchas totales. Entonces si el pastel total a repartir fuera (vamos a suponer que es el equivalente de 10 euros por cada mil escuchas totales) 20.230 dólares, eso significa que a D le van a dar 19.999,4 euros. A C le van a dar 199,87 euros, a B 19,98 euros y a A 9,99 euros. Esto puede parecer justo, si todos los artistas estuvieran en igualdad de condiciones dentro del servicio, pero eso no es así. Los artistas más conocidos y con más presencia en medios inevitablemente acaparan más escuchas simplemente por la familiaridad de los usuarios con ellos y porque la plataforma está diseñada para primar a esos artistas más comerciales a través de publicidad constante, recomendaciones, listas colocadas en los lugares más visibles, etc. Artistas que por regla general son los que pertenecen a las grandes casas de discos, las cuales han optado por ese reparto de musculatura, en el que de un pastel más bien pequeño comparado con las viejas cifras ellos se lo llevan prácticamente todo, y los artistas minoritarios no se llevan ni siquiera un mínimo que les permita subsistir y grabar un siguiente disco. El sistema está trucado, y las discográficas siguen dando lo que les dé la gana a sus artistas, con lo que a pesar de los discursos sobre la libertad de la red y las nuevas posibilidades digitales lo que se está consiguiendo es reproducir el viejo modelo explotador en un nuevo medio. Antes un disco de madonna costaba 20 euros y uno de fulanito costaba, digamos, 10 euros. Si madonna vendía 1 millón de discos, pues bien para ella, pero si fulanito vendía 1000 recibía al menos la mitad de lo que recibía Madonna por los mismos 1000 discos. Ahora da igual lo que venda, va a recibir mil, dos mil, un millón de veces menos que Madonna, hasta el punto de que, efectivamente, su música no vale nada. Mientras que la de Madonna, o Taylor Swift, o Metallica, sí que vale. Menos de lo que solía, pero vale. Al menos para sus discográficas.
      Eh, yo he sido el primero en admitir que soy un consumidor pertinaz de spotify: Todos tenemos nuestras contradicciones. Pero intento ver la cosa desde el punto de vista de Joanna Newsom y mucha otra gente. Y sí, a mí si me parece que huele…

      Sí, Thor Ragnarok está bien sin más, pero «Lo que hacemos en las sombras» es una obra maestra, por eso digo que Taika Waititi es un genio.

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  2. Vale. Me convence más, pero ni aún así.
    Esto al final es como si los de Fantagraphics se quejaran de que en el catálogo de Previews ellos tienen menos espacio que los de Marvel, DC, Image, etc… Pues sí. Pero al final, es lo que hay. En mi caso, lo primero que voy a mirar del catálogo es el material de ello. Si la gente pincha en esos artistas más conocidos, populares o lo que sea, será por algo. ¿Que el reparto es injusto? Vale. Ahí de acuerdo y tendrían que cambiar las negociaciones. Pero desde el punto de vista del usuario-consumidor, prefiero tener spotify que no gastarme un dineral en discos (con el precio al que además estaban, en el que las discográficas no sé si esquilmaban a sus artistas, pero a sí a los consumidores) que además ocupan espacio (y yo soy de la generación de fijación con los objetos de consumo; ahora cada vez más la gente pasa de pillar discos, creo; escucha temas sueltos por streaming).
    A lo que voy es que puede que sí que huela para esa artista y que tengaís razón es que habría que mejorar cosas…pero le veo más las cosas positivas que negativas desde otro punto de vista.

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    1. Venga, David, sí sabes que esquilmaban a sus artistas. Y mucho peores cosas. Y a nosotros también. Y se están colocando para seguir esquilmándonos en spotify a la menor oportunidad que tengan… Internet, como la Tierra Media en la peli de Peter Jackson, está cambiando….

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  3. Sé que tienes razón y no me queda otra que dártela.
    Pero aún así, supongo que los consumidores americanos originales que compraron esos discos triturados de los Beatles por Capitol no pensarán «Qué h.d.p y qué masacre habéis hecho con los discos originales»…sino que encima les estarán agradecidos al sello por aquellos discos.
    Como yo lo estoy ahora con spotify por la música que me permite escuchar.
    Pero eeeeh…me remito a mi primera línea.

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