Como últimamente (para variar) he sido muy bueno, estas Navidades me han regalado muchas cosas ricas, y en este día de Reyes, pese a nuestra profesión de fe republicana, quiero compartir una de ellas con vosotr@s. Con ustedes, The Tango Lesson (1997), de Sally Potter.
Let’s Dance
No puedo escribir aquí una panorámica de la carrera de Sally Potter porque apenas conozco su obra. En más de cuarenta años de carrera profesional, ella ha rodado solo ocho largometrajes, de los cuales solo se han estrenado tres en España, que yo sepa. Y que son los que yo he visto. En febrero se estrenará su última película, The Party, del año pasado, y cuando la vea podré decir que he visto la mitad de su filmografía.
¿Es Sally Potter uno de mis directores favoritos? Me costaría decir que sí, porque de las tres películas que he visto, dos me han maravillado y una me horrorizó. La primera que vi fue Orlando (1992), donde como casi todo el mundo descubrí a esta directora. Me cuesta describir el impacto emocional que supuso para mí esa película, y cómo trituró cualquier idea preconcebida que hubiera podido tener sobre la fluidez de los géneros. A los veinte años uno se siente tan sofisticado en su visión del mundo, y de repente llega un meteorito en forma de película y te obliga a ver lo pequeño que era tu mundo, después de todo.
Por supuesto, después de ver la película corrí a leer la novela de Virginia Woolf. Y esto puede sonar a blasfemia, pero me gusta más la película.

Después de Orlando yo era un fan a rabiar de Sally Potter, y dado que la película fue muy bien recibida por la crítica y no le fue mal en taquilla, uno habría pensado que pronto podría ver más títulos de la directora. En una realidad paralela, quizá los 90 vieron una sucesión de éxitos artísticos de Ms. Potter que marcaron el gusto cinéfilo de la década. En nuestra realidad, los 90 fueron los años de Tarantino, Stone (Oliver, Sharon), y los asesinos en serie «creativos». El ecosistema era extremadamente hostil para las directoras. Igual que hoy, pero entonces ni siquiera se discutía si eso era malo.
Potter tardó cinco años en reaparecer con un nuevo largo, y cuando lo hizo, se trataba de un juego de metaficción sobre una directora de cine que intenta rodar una película para Hollywood (¡la trama va de un asesino en serie creativo!), y frustrada con el bodrio que está a punto de engendrar toma un desvío hacia el mundo del tango y encuentra allí la película que realmente quiere hacer. Hacia el final de la historia, su pareja en el baile y coprotagonista le pregunta cuándo van a rodar la película de tango, y ella le responde que nadie quiere financiarla. «¿Y entonces?» «La hacemos de todos modos».
Milongas
¿Fue eso lo que Sally Potter hizo? ¿»Hacerla de todas maneras»? The Tango Lesson es una película en apariencia pequeñita, rodada casi en su totalidad en blanco y negro, y que se centra en dos persona bailando en distintos lugares de París y Buenos Aires. En los créditos se presenta como una coproducción entre cinco países, lo que suele ocurrir cuando una película es muy grande o muy pequeña.
Sin embargo, la sensación que transmite no es la de una peliculita independiente rodada en un estilo cinema verité. El director de fotografía es Robby Müller, un histórico del cine europeo, colaborador habitual de Wim Wenders y Jim Jarmusch, que venía de rodar Breaking the Waves con Lars von Trier. Potter y él consiguen que la película luzca como si el presupuesto hubiera sido diez veces mayor.
Hay una escena de la pareja bailando en la orilla del Sena, iluminados por las luces de una barcaza que parece sacada de Un Americano en París. Hay una escena de baile bajo la lluvia maravillosa, y el clímax de la película es una espectacular escena de baile a cuatro, en un salón de baile inmenso que la cámara recorre persiguiendo a los bailarines, como si hubieran plantado kilómetros y kilómetros de vías de dolly para capturar la coreografía.
Y un@ apenas nota todo ese despliegue porque está demasiado ocupad@ admirando el baile. La propia Sally Potter hace de la directora que asiste por casualidad a un espectáculo de baile y al acabar pide a la estrella de éste, Pablo Verón (interpretado por Pablo Verón, también creador de las coreografías del film), que le enseñe a bailar tango. Pablo, atraído por la posibilidad de que la directora gringa lo convierta en estrella de cine, accede. Lo que sigue es un viaje a la esencia del baile, a su significado artístico y erótico, contado a través de los bailes de la pareja, que por supuesto acaba enredándose en un romance al más puro estilo Fred Astaire y Ginger Rogers.
¿Y sabéis qué? Funciona. Una historia tan sencilla, que podría haber resultado cursi o pretenciosa, funciona porque el baile es real, no es un adorno ni una oportunidad para exhibirse de un modo narcisista. La belleza y el placer de contemplar a dos personas bailando de manera exquisita son tan abrumadores, que todo lo demás entra sin sentir. ¿Metáforas eróticas? Adelante. ¿Lucha de poder por quién controla a quién en la relación? Claro. Momentos meta en que la directora explica cómo va a introducir escenas meditativas sobre la relación entre el arte y la religión, escenas que hemos visto media hora antes como si hubieran sucedido de verdad? More, please.
Después del baile
La primera vez que vi The Tango Lesson fue hace veinte años, en un cineclub en Bilbao. Me encantó. Me pareció tan maravillosa como Orlando, a su manera minimalista. No volví a verla hasta hace un par de días, cuando me regalaron el dvd por Navidad (sí, yo aún veo dvds, principalmente. Siempre originales. Reíd cuanto queráis, me estoy ganando el cielo. Desde su celda, Teddy Bautista me sonríe). La distribución en España y en el resto del mundo fue mínima. No se encuentra en bibliotecas. No sé si se ha emitido alguna vez en televisión. Lo dudo. En Amazon.es se ofrece una edición bluray, pero es importada del Reino Unido.
¿Por qué he tardado tanto en volver a ver esta película? Me temo que algo tuvo que ver la siguiente película que estrenó Potter, tres años más tarde. The Man Who Cried es una coproducción Francia/Reino Unido, con dinero de Canal+ France y la Universal. Cuenta con estrellas de cine estadounidenses como Johnny Depp y Christina Ricci (entonces estaba de moda) y actores tan conocidos como John Turturro, Harry Dean Stanton y Cate Blanchett (antes de ser una gran estrella). Era una peli de época, tenía un gran presupuesto y contaba con un reparto de docenas de actores. Hasta sale Pablo Verón, haciendo de bailarín gitano (spoiler: nunca se convirtió en estrella de cine). The Man Who Cried es todo lo que The Tango Lesson no fue.

Y ése puede ser el comienzo de los problemas. Fui a ver la película al cine y me pareció horrible. Pretenciosa, aburrida, inconexa… una mezcla de art cinema y Hollywood que tira en ambas direcciones y se queda en ninguna. La protagonista de la historia era el personaje de Christina Ricci, y sin embargo el film parecía hecho a mayor gloria del siempre popular Johnny Depp. De hecho, lo único que recuerdo de esa película es al propio Depp, haciendo su habitual papel de bohemio gitano de aire melancólico, y una escena en la que Turturro cantaba en playback un aria de ópera. No recuerdo nada del personaje de la propia Ricci. Hasta el título de la película la vuelve invisible.
No sé qué pasó con The Man Who Cried. Quizá si me encontrara en un ascensor con Sally Potter ella me contara por qué acabó haciendo el bodrio hollywoodiense que temía su personaje en The Tango Lesson, qué compromisos hicieron descarrilar el proyecto. O quizá me dijera que la peli salió exactamente como ella quería. ¿Quién sabe? En cualquier caso, la película no funcionó en taquilla. En Estados Unidos recaudó incluso menos que The Tango Lesson. En imdb no dicen nada de su presupuesto. Lo que suele ser mala señal.
Quejas de bandoneón
Si buscáis The Tango Lesson en la Wikipedia, os encontraréis que tuvo algún premio en Argentina, alguna candidatura a premios en el Reino Unido y poco más. A Roger Ebert le encantó. En cambio a Janet Maslin del New York Times le pareció simplona y sin pasión, lo que me hace preguntarme si vimos la misma película. En cualquier caso, la sencillez en la narración no es un defecto para mí.
Da la impresión de que el problema de muchos con el film es que lo protagonizara la propia directora. Incluso un crítico que la alabó no pudo evitar señalar que era una lástima que Potter no buscara una actriz para el papel de la directora, porque ella tenía «cara de cansancio» en toda la película, «lo que es lógico por sus responsabilidades fuera de escena». Un comentario que tiene todo el aspecto de querer decir en ‘código’ que a este crítico Potter le pareció demasiado mayor, o no lo bastante atractiva, para hacer creíble la relación amorosa entre la directora y el bailarín, unos pocos años más joven que ella.
Puede que sean imaginaciones mías, pero esta clase de comentarios sexistas y edadistas no se los hacían a los directores que salían en sus propias películas, como Woody Allen o Takeshi Kitano.
Pensalo bien
Los mejores directores tienen una peli floja, si no mala. Lo que ocurre es que luego siguen haciendo pelis, y remontan el bache. Otras, en cambio, (otras, sí), son enviadas al cuarto de los ratones del cine, y ven cómo sus películas se van espaciando, y recibiendo cada vez menos atención internacional, hasta que acabas preguntándote qué fue de tal o cual directora, por qué no he visto más cosas suyas, y la buscas en wikipedia y descubres que dejó el cine, o quizá peor, que siguió haciendo películas de las que nunca has oído hablar, porque no viajaron fuera de su país de origen o del circuito de festivales.
Es vital para el arte que avancemos en la paridad entre hombres y mujeres, que cada vez haya más directoras, guionistas, directoras de fotografía, directoras artísticas, eléctricas, todos los puestos creativos y técnicos que seguimos copando los hombres en un sistema profesional trucado (como todos, por otro lado) para dejarlas a ellas fuera de los puestos de más responsabilidad. Y una acción esencial para romper ese sistema es acabar con el silencio institucional que se va generando alrededor de las creadoras que consiguieron en su día producir sus películas, contra viento y marea, y aun así son poco a poco relegadas a las notas a pie de página de la historia del cine.
Sally Potter sigue en activo. Os recomiendo que veáis su nueva película, esté bien o mal o regular. No lo sé, no la he visto. Pero en su día Potter creó dos películas extraordinarias, y eso es más que la mayoría de directores de cine independientes que siguen y siguen rodando y recibiendo premios y retrospectivas y figurando en el panteón de los cinéfilos completistas.
Y ved si podéis The Tango Lesson y decidme si no os parece uno de los mejores musicales rodados en la era post Kelly/Astaire.
La foto que abre esta entrada la tomé en la sala de mi casa. Los derechos de imagen de cada dvd corresponden a sus respectivos autores. Full disclosure: Los dvds que aparecen en la imagen me fueron regalados en distintas ocasiones. Solo The Tango Lesson corresponde a las Navidades de este año.
Las fotos de Sally Potter y Johnny Depp las he tomado de Wikimedia, donde consta que se puede utilizar con licencia Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 y 4.0. El autor de la foto de Potter es Maximilian Bühn. La autora de la foto de Depp es Anna Altheide.
El enlace a Youtube lleva al trailer de la película. De nuevo, los derechos corresponden a los creadores de la película. Incluyo el enlace para ilustrar el tema e invitaros a que veáis la película en alguna plataforma que beneficie a quienes crearon la película.
Aquí os enlazo a la banda sonora del film en Spotify. Por desgracia el álbum está capado, al menos en la versión gratis que yo uso, y los temas de Astor Piazzola y otros no se pueden escuchar. Como veis, la propia Sally Potter compuso música para su película.
Hola. Una de mis películas favoritas de todos los tiempos. Lo explicas muy bien.
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Muchas gracias, Gari. Y gracias por pasarte por aquí. Un saludo.
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