El guionista más famoso de la historia de Hollywood (con permiso de Charlie Kaufman) muere asesinado por la ricachona que le utilizaba cual gigoló con pretensiones artísticas (Charles Brackett y Billy Wilder, los autores del guion, posiblemente buscaban una metáfora ahí. Aunque personalmente no acabo de pillarla). El pobre diablo empieza a contar su historia mientras flota boca abajo en la piscina de una gran mansión.