La muerte no es el final

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EDMUND KEAN en el papel de Hamlet.

Edmund Kean (1787-1833) fue el actor shakespeariano más famoso de la primera mitad del siglo XIX en Inglaterra. A pesar de su corta estatura se ganó interpretar los principales papeles del repertorio trágico: Ricardo III, Hamlet, Otelo, Macbeth, el rey Lear… De su interpretación llegó a decir el poeta Samuel Coleridge que era «como leer a Shakespeare a la luz de relámpagos en una tormenta.»

Que a pesar de todo su éxito Kean tenía una espinita clavada lo demuestran las últimas palabras que se le atribuyen en su lecho de muerte: «Morir es fácil. Lo difícil es hacer comedia.»1

Bien, Kean (supuestamente) lo dejó claro: en la vida real, morir es fácil. Muchísima gente lo hace cada día sin esfuerzo, casi sin darse cuenta, si por ejemplo cruzas sin mirar y te lleva por delante un autobús.

¿Y en la ficción? ¿Es igual de fácil morirse?

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La amnesia

El aura para en los bosques angel mirou

No existe una curva tipo en las carreras artísticas. Hay quienes empiezan muy arriba y van descendiendo suavemente hasta la intrascendencia. Hay quienes arrancan con fuerza y el motor se les cala casi de inmediato, pero con esfuerzo logran recuperarse y llegar tan lejos como se esperaba de ell@s. Hay quienes tienen carreras gloriosas bendecidas por los dioses, y quienes realizan largas travesías en el desierto y solo consiguen un reconocimiento en la hora final, o ni siquiera eso. Hay quienes lo hacen todo mal de jóvenes, pero aprenden de sus errores y alcanzan por fin la maestría con los años.

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