El pasado sábado 16 de febrero se estrenó Camiselle en la sala Arimaktore de Barakaldo. Tanto a esta actuación como a la del domingo 17 asistieron personas afectadas por la trama de robo de bebés. Madres a las que robaron sus bebés, personas que buscan a sus herman@s, personas que saben que al nacer fueron robadas. Con heridas abiertas que han arrastrado toda su vida adulta.
Antaño había un tipo de cinéfilos que coleccionaba datos, fechas y nombres en su cerebro sobre sus películas favoritas, que procedían a sacar a colación cuando fuese necesario, normalmente en una discusión con algún otro cinéfilo.
Edmund Kean (1787-1833) fue el actor shakespeariano más famoso de la primera mitad del siglo XIX en Inglaterra. A pesar de su corta estatura se ganó interpretar los principales papeles del repertorio trágico: Ricardo III, Hamlet, Otelo, Macbeth, el rey Lear… De su interpretación llegó a decir el poeta Samuel Coleridge que era “como leer a Shakespeare a la luz de relámpagos en una tormenta.”
Que a pesar de todo su éxito Kean tenía una espinita clavada lo demuestran las últimas palabras que se le atribuyen en su lecho de muerte: “Morir es fácil. Lo difícil es hacer comedia.”1
Bien, Kean (supuestamente) lo dejó claro: en la vida real, morir es fácil. Muchísima gente lo hace cada día sin esfuerzo, casi sin darse cuenta, si por ejemplo cruzas sin mirar y te lleva por delante un autobús.
Siempre me han llamado la atención los escritores que se especializan en historias de hombres. No es ya que fracasen a la hora de crear personajes femeninos creíbles, es que alardean de no intentarlo siquiera. Sus narraciones dibujan un mundo en el que las mujeres no hacen ni dicen nada que no esté subordinado a las peripecias de los protagonistas masculinos.
Son como actrices de teatro antiguo que esperan entre bambalinas que les toque salir y recitar sus cuatro líneas de diálogo previamente memorizadas. Y que no se les ocurra improvisar una sola palabra o acción, mon dieu.
Este pasado mes de julio no he podido escribir nada en el blog porque estaba trabajando contra reloj para terminar un corto protagonizado por Bea Insa. Ya contaré más sobre el tema en próximas entradas…
Para compensar la sequía estival, os dejo con un popurrí de historias que tenía en la cabeza contar, a modo de almanaque de verano como los que solía hacer Brugueraen sus publicaciones…
Aquí estamos, en 2018. La flamante ganadora del Oscar Frances McDormand ha propuesto a sus colegas utilizar su influencia para lograr que la industria del cine abrace políticas de diversidad en la producción de películas por medio del “inclusion rider”. Esto implicaría que para conseguir los servicios profesionales de las grandes estrellas, los estudios deberían cuidar que los equipos artístico y técnico estén repartidos de forma más paritaria entre hombres y mujeres, y entre personas blancas, negras, asiáticas, latinas… 1
En todas partes surgen iniciativas para promover el acceso de mujeres a puestos de responsabilidad, como la dirección, la dirección de fotografía, los showrunners en la televisión, etc. El contar historias que den voz a personajes femeninos es cada vez más valorado, así como criticar aquellas actitudes y comportamientos que perpetúan el patriarcado en la ficción.
El Romanticismo, con su tendencia a justificar la violencia en nombre de raíces ancestrales, es responsable de muchos de los males que sufrimos en la actualidad. En contrapartida, podemos citar la democratización de la producción cultural como uno de los efectos positivos que produjo.
Reliquias de la disciplina a los presos en Hobart, Tasmania, c. 1900-
Tasmania es una isla de un tamaño un poco menor que Andalucía, situada al sur de Australia. Hoy en día es famosa por el Demonio de Tasmania de los dibujos animados, por ser la tierra de origen de Errol Flynn, y por un genocidio muy poco conocido en Europa.