Contiene spoilers

enciclopedia a fascículos en los bosques

Hace unos meses dejé de seguir a The A.V. Club en Facebook porque no paraban de publicar artículos sobre la séptima temporada de Juego de tronos, que yo aún no he visto (es complicado, lo dejamos para otra entrada). En un primer momento pensé que con no leerlos estaba a salvo, pero al cabo de unos días me di cuenta de que hasta los titulares contenían espoilers. Así que tuve que silenciar todo el material del sitio web, al que llevo años siendo adicto. 

Echo de menos The A.V. Club. Pero no he vuelto a seguirlo en Facebook, tal es mi terror por espoilers. Lo que me hizo pensar que mi obsesión por éstos estaba un poco fuera de control. Y que no siempre había sido así.

Cada semana, un nuevo espoiler en tu kiosco.

Hace muchos, muchos años, cuando era un preadolescente, pagué con mi asignación semanal los ciento cuarenta y pico fascículos semanales de una enciclopedia sobre el mundo de cine, de tantas que solían venderse en kioscos y revisteros en la era pre-internet.

La compra resultó ser excepcionalmente acertada, porque los artículos que componían la revista eran jugosos e informativos, y las fotografías que ilustraban la enciclopedia alimentaron mi cinefilia durante años.

Una de las características de la enciclopedia eran unas «fichas» sobre obras consideradas clásicos de la historia del cine. Estas fichas incluían el reparto y el equipo técnico de la película, una breve reseña sobre las circunstancias de la producción y sus valores estéticos o históricos, y una sinopsis detallada de la trama, ilustrada con fotos publicitarias o fotogramas de la película. La sinopsis incluía siempre el final de la película.

bogart enciclopedia en los bosques
«La materia de la que están hechos los espoilers»

Como hacer la colección se prolongó durante años, tuve ocasión de releer aquellas fichas cientos de veces. A menudo eran películas que ya había visto, normalmente en la tele,  la mayoría películas viejas, anteriores a 1968, que sin duda obtenían a muy bajo precio de los viejos estudios de Hollywood. Recuerdo la frustración por la falta de novedades en aquellas programaciones de Televisión Española. Ahora me doy cuenta de que aquello me permitió ver cientos de películas clásicas, la mayoría estadounidenses, pero también muchas europeas, asiáticas y latinoamericanas, que aun hoy en día cuesta rastrear en dvd o en streaming.

Y de las más famosas o celebradas, aquéllas que habían merecido su inclusión en las fichas de mi enciclopedia por fascículos, yo ya conocía el final, Y los principales giros del guion. Yo sabía que Rosebud era el trineo. Sabía que Platón moría en el observatorio. Sabía que Laura no estaba realmente muerta. Sabía que Ethan no mataba a Debbie como había prometido. Sabía que Harry Lime moría en las alcantarillas de Viena. Sabía que los amantes de Breve Encuentro no acababan juntos.

Y no recuerdo que eso me importase demasiado.

«Ya me sé el final: se casan»

Cuando eres un niño, la vida es como una película que te has sentado a ver ya empezada. Y claro, tienes que hacer preguntas a los que llevan más tiempo viéndola —que se sepa, no hay nadie que la haya visto empezar realmente— ¿Quién es ése? ¿Quién es esa? ¿Qué es esto? ¿Por qué es todo tan raro? Tenemos tantas ganas de entender todo lo que está pasando con esta película tan larga y repetitiva que queremos darle al fast-forward y saber cómo acaba.

El primer Gran Espoiler que nos hacen es lo de que nos vamos a morir. Suele ser un bajón. Y más aún cuando nadie tiene claro si se trata del final de la serie, o solo de temporada.

Esto del destripar el final de nuestra historia, en la castiza y gore expresión castellana, quizá predispone a l@s niñ@s a tener una relación menos obsesiva con las narraciones, y disfrutarlas igualmente aun sabiendo perfectamente cómo acaban, o precisamente por eso. La niña quiere volver a ver Frozen, o Toy Story 3, o cualquiera que sea la película de Disney que ha impactado en su consciencia. De principio a fin o su secuencia favorita, la ve una y otra vez, hasta que pasa página y se obsesiona con algo nuevo.

Durante miles de años, saber el final de las historias no solía estar mal visto. La cultura se transmitía tan lentamente, que para cuando experimentabas el producto cultural de primera mano, digamos en un festival homérico donde se recitaba a lo largo de varios días la Ilíada o la Odisea, o asistiendo a una representación de una tragedia ática, o escuchando alguna elaboración más o menos artística del relato de los evangelios, era inevitable que ya supieras, si acaso a grandes rasgos, lo que te iban a contar.

(Quizá exagero este punto. Estoy hablando o bien de obras que tenían un estatus cuasi religioso en sus sociedades, y por tanto eran de obligado conocimiento, o bien de literatura que se basaba en mitos familiares para todos los oyentes. Pero sin duda por debajo de ese nivel había innumerables narraciones de consumo rápido, chismes, cotilleos, anécdotas divertidas o trágicas, narraciones orales de viajeros o relatos creados por autores locales que nunca lograron la inmortalidad de entrar en el canon grecorromano. Bien puede ser que en esa masa de literatura efímera también reinara la pasión por descubrir el final de la historia en el momento justo.)

Sigo dándole vueltas a ese miedo a saber antes de tiempo el final: En los dos géneros clásicos del drama, la tragedia y la comedia, el final obligatorio estaba codificado: la tragedia siempre acaba con la catástrofe en la que el héroe muere o su vida queda arruinada. La comedia acaba en boda, o celebración feliz. Es lo que se espera de ellas. No hay tragedias en que al final al héroe le salga todo bien, ni comedia en la que uno de los amantes, o ambos mueran inesperadamente. ¡Te sentabas a ver la obra sabiendo a grandes rasgos cómo acabaría! Los finales agridulces son propios de un teatro más moderno y cínico, donde el público no quería masacres deprimentes en escena, ni se creía lo de que vivieron felices y comieron perdices.

La literatura por entregas del siglo XIX puede haber tenido algo que ver con este gusto adquirido. Los cliffhangers inventados por Charles Dickens sumían a los lectores en un frenesí de nerviosismo por sus personajes favoritos. La historia es muy conocida, pero merece ser contada una vez más: en 1841 se está publicando el serial de Dickens La tienda de antigüedades, y aproximándose ya el final de la historia, el destino de la protagonista, la joven huerfanita Nell, pende de un hilo. ¿Morirá sola y desamparada en la cruel Inglaterra victoriana? Bueno, se ve que los lectores estadounidenses de Dickens no aguantaban más el suspense, porque al saber que un barco inglés se acercaba al puerto de Nueva York con copias de la revista donde se publicaba el serial, se presentaron en masa en el puerto para saber qué rayos había pasado. Se cuenta que los marineros no habían terminado las maniobras de atraque cuando escucharon los gritos procedentes del muelle: «¡Decidnos qué le ha pasado a Nell la huerfanita!!!»

Literalmente, aquella muchedumbre clamaba por un espoiler.

Lo mejor no es el final

Baschet,_André_Marcel_-_Ödipus_verurteilt_Polyneikes_-_1883
EDIPO MALDICE A POLINICES, en una clara demostración de lo en serio que se tomaban los griegos lo de los espoilers.

Da la impresión de que el problema con los espoilers es una cuestión de forma y contenido. A saber, ¿tiene la narración la suficiente fuerza emocional o estética para sobrevivir al destripe de su final? En el caso de esas obras maestras que han sobrevivido a los siglos, uno diría que sí. No leemos la Odisea para saber si Ulises regresó a Ítaca: sabemos que lo hizo. Lo que nos gusta es experimentar cómo. Cómo lo hace y cómo nos lo cuentan los poetas homéricos. No dejamos de ver Edipo Rey por saber ya qué hay detrás de la peste que azota Tebas. Ciudadano Kane no se agota la primera vez que llegas al final con el trineo entre las llamas.

Y creo que otro tanto sucede en las series contemporáneas que tantos quebraderos de cabeza nos dan para evitar espoilers. Si la historia que cuentan es lo bastante potente, ¿realmente es tan grave que te desvelen el final de Breaking Bad? ¿Alguien pensaba que iba a tener un final feliz, en el que el fabricante de drogas, ya curado de su cáncer, se iba a sentar con su cuñado policía e iban a hacer las paces mientras disfrutaban de una buena comida familiar?

Algunas películas sufren una vez el enigma del final es resuelto. Incluso buenas películas. Es divertido ver Psicosis una vez sabes qué se trae entre manos el bueno de Norman Bates, pero… ¿no parece un poco domada la crueldad de la historia cuando ya sabes el final? El sexto sentido. El planeta de los simios. Sospechosos habituales. Todas ellas son películas que han pasado a la historia por sus finales impactantes, pero yo me pregunto si realmente son títulos a los que un@ vuelve repetidas veces, o si con verlos una sola vez la mayoría de los espectadores ya los da por amortizados. No lo sé. Podéis rebatirlo en los comentarios si así lo deseáis.

Non-spoiler alert!

La Boda Roja de Juego de tronos ha pasado a la historia de las series como uno de los giros de guion que más ha impactado a los espectadores. Pero en buena medida eso fue así por esa recopilación de vídeos en youtube que mostraban las reacciones en tiempo real de espectadores a los que pilló desprevenida esa secuencia. Los cuales fueron grabados por amigos suyos que YA SABÍAN lo que iba a suceder, porque habían leído los libros años antes. En un fenómeno casi opuesto al de los espoilers, todos esos espectadores guardaron ante sus colegas un silencio burlón ante lo que estaba a punto de suceder en la serie. Y no eran pocos precisamente, estamos hablando de una serie que lleva años entre los títulos más vendidos del mercado.

¿Por qué se puso de acuerdo esa masa de gente en guardar el secreto a los creadores de la serie? Bueno, en parte me atrevo a decir porque no eran un@s cabron@s. Rousseau tenía razón y el ser humano por naturaleza no es tan malo como aparenta a veces. (Quizá). Pero creo que también se trataba de gozar por fin, por parte de una masa de espectadores frikis que habían leído religiosamente los tochos de George R. R. Martin frente a la burla de los no lectores, de lo más parecido a un estatus vip de early adopter.

En esta era donde todos estamos conectados en tiempo real y (mientras dure la neutralidad en la red) todos cuantos gozamos de una conexión a internet estamos al mismo nivel, ahora que todos los discos se escuchan en todo el mundo el día que salen a la venta, ahora que las películas de éxito se descargan ilegalmente antes incluso de que lleguen a las pantallas de tu ciudad, es insoportable no estar al día de la serie más de moda. Te hace sentir un cavernícola, un habitante de Marte, suponiendo que Marte no tuviera ningún glamur y oliera un poco a calcetines usados, como dijo el bendito Vázquez Montalbán.

Que te hagan un espoiler de los que duelen es la señal inequívoca de que te has quedado atrás, que no eres lo más enrollado del barrio. Que te estás haciendo viej@, y ya te queda menos para el Gran Espoiler.

kane-spoiler auugh


NOTAS:

¹ Las dos viñetas de Peanuts tienen por supuesto, Copyright de los herederos de Charles Schulz, y solo aparecen aquí en baja resolución y a título ilustrativo.

² Las imágenes de las portadas de los fascículos de mi querida enciclopedia las tomé en la salita de mi casa. El copyright de las imágenes reproducidas en esas portadas corresponde a Planeta y presumiblemente a los derechohabientes de las respectivas películas.

³ El cuadro de Edipo maldice a Polinices es obra del pintor francés André-Marcel Baschet y está en el dominio público. Lo he tomado de la Wikipedia.

3 comentarios sobre “Contiene spoilers

  1. Madre del amor hermoso, pero si aquí hay más entradas que las que se hacen en un partido de fútbol especialmente violento o las sienes de yo qué sé quién.
    A mí lo de los finales me ha dado un poco igual siempre. Vale. Tienen su importancia (y más si son los de final sorpresivo)…pero si la peli es buena y aguanta más de cinco visionados… lo del final da igual. Hay muchas películas que he revisado muchas veces y de las que me sabía principio, mitad, final, diálogos… y me ha dado un poco lo mismo.

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  2. Había dejado un comentario pero no ha debido guardarse porque en mail había puesto algo como «ya lo conoces». En fin… que me he quedado flipado con la cantidad de entradas (más que cuando empecé el blog). Y las dos que he leído me han gustado bastante…
    Ahora podría decir algo en plan: «Muy bueno tu blog. Te sigo».

    Le gusta a 1 persona

    1. Gracias, y gracias por seguirme. El número de entradas fue un arranque en plan torito que sale al ruedo. Ahora estoy más relajado y no paso de 1-2 entradas por semana, como mucho, me temo….

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