La profeta en su casa

artemisia-gentileschi-self-portrait-as-a-lute-player-e1454427866340-1200x565«Yo podría haber sido sacerdote en lugar de profeta», dice Jeanette, la narradora de Oranges Are Not the Only Fruit, escrito por Jeanette Winterson. Como los profetas de la antigüedad, Jeanette es repudiada por su comunidad, acusada por su propia madre de estar poseída por demonios, y obligada a huir de su hogar prácticamente con lo puesto.

Para su primera novela, Jeanette Winterson siguió el manido consejo de los talleres de escritura: escribe sobre aquello que conoces.

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JEANETTE WINTERSON.

Los primeros años de vida de Jeanette Winterson se asemejan a una versión modernizada de un cuento de hadas. Abandonada por su madre biológica en Manchester, Jeanette es adoptada por un matrimonio de cristianos Pentecostales. Su madrastra es una militante fanática, obsesionada con las misiones evangelistas en el extranjero de su iglesia. Dedica todas sus horas a organizar la–


 

¿La qué? Hace meses, con la lectura de su primera novela fresca en mi cabeza, empecé esta entrada dedicada a la gran Jeanette Winterson, y en mitad de la frase me detuve, inseguro ante la tarea que me había impuesto: escribir sobre una autora a quien, con la soberbia de la ignorancia, creía conocer bien. Después de todo, había leído al menos cinco libros escritos por ella. Recordaba bien la sensación de curiosidad que me había despertado el primero que leí, Written on the Body, con el pronombre personal femenino discretamente insertado en mitad del texto como única indicación de que se trataba de una historia de amor y deseo entre dos mujeres. Recordaba también el impacto emocional y estético que me habían provocado Sexing the Cherry, su fantasía anacrónica sobre el Londres del 1600 y pico donde conviven mujeres gigantes y niños rescatados del río y frutas exóticas venidas de tierras semi-míticas, y The Passion, mi favorita de todas, ambientada en la decadente Venecia de la era de las guerras napoleónicas donde conviven buscavidas, trileros, damiselas no necesariamente en apuros y jugadores profesionales.

Y realmente, eso es todo lo que recordaba. Cientos y cientos de páginas borradas de mi memoria a largo plazo. Había un libro más, con el delicioso título de Boating for Beginners, del que lo único que recordaba es que salía Noé.

Para empeorar las cosas, eché un vistazo a su entrada en la Wikipedia, para averiguar qué más había escrito que se me hubiera escapado, y descubrí con horror que Winterson tiene más de 20 libros publicados, entre novelas, memorias y recopilaciones de cuentos.

Como lector de Jeanette Winterson me descubrí un completo fraude, y abandoné la entrada.

«El sacerdote tiene un libro con las palabras bien dispuestas. Palabras antiguas, palabras conocidas, palabras de poder. Palabras que están siempre en la superficie. Palabras para cada ocasión. Las palabras funcionan. Hacen lo que se espera de ellas; reconfortar y disciplinar. El profeta no tiene libro. El profeta es una voz que clama en el desierto, lleno de sonidos que no siempre toman sentido. Los profetas gritan porque los atormentan demonios».

Y ahora vuelvo a intentarlo, con la excusa de que anoche estuvo en Bilbao, hablando de su obra, del amor, del perdón, de la Navidad, y de un centenar de temas que en apenas una hora pasaron por su cabeza y decidió compartir con quienes la escuchábamos.

Winterson estaba aquí invitada por La Risa de Bilbao, un inusual festival literario consagrado al humor, que ya lleva unos cuantos años en marcha y ha exhibido músculo invitando a creadores y creadoras potentes. Winterson es el sueño húmedo de una entrevistadora: a la menor provocación se lanza a desarrollar una intervención larga y jugosa que hace buena la pregunta y deja a entrevistadora y público boquiabiert@s ante su brillantez.

Quizá son los años que pasó hablando en público sobre la palabra de Dios ante congregaciones evangelistas en su infancia torturada, o quizá es la tradición anglosajona de exponer a sus autoras a la interacción con los lectores en docenas de festivales, lecturas y jornadas literarias, pero el dominio de Winterson de la puesta en escena y su elocuencia a la hora de improvisar sobre cualquier tema son impresionantes. Pese a las preguntas de la entrevistadora, prefirió no perder tiempo analizando el humor en su obra, y a cambio nos regaló un festival de humor e ingenio en sus respuestas y anécdotas. Su simpatía no fue correspondida por su público, que se mostró rígido y torpe a la hora de responder a sus improvisadas encuestas sobre el amor, la traición y la lectura de best sellers eróticos.

En Bilbao somos así.

Angel Mirou,Jeanette Winterson, Ja Bilbao, En los Bosques
El autor de este blog, posando con Jeanette Winterson como si fueran los mejores colegas del mundo. Quizá en universos paralelos…

Voy a intentar terminar lo que estaba contando en el tercer párrafo de la entrada, el argumento de su primera novela: La madre de Jeanette dedica todo su tiempo a organizar las actividades de la iglesia evangélica a la que pertenece, e implica a la pequeña en éstas hasta tal punto que la niña vive en un mundo donde la Biblia y sus historias son tan reales y presentes como las noticias de la radio o los chismes sobre los vecinos de su calle. Como suele ocurrir, si cantas serenatas bajo el balcón de Dios, éste (¿ésta?) acaba saliendo a arrojarte un cubo de agua fría: al llegar a la adolescencia Jeanette, meticulosamente criada por su madrastra para tomar el revelo como suma sacerdotisa de la pequeña teocracia en la que ambas vivían, se enamora de una chica, carnal y espiritualmente. Esto provoca que los muros del templo se derrumben sobre su cabeza. Su madre la repudia. Su comunidad, aleccionada por ésta,  intenta someterla a un exorcismo para expulsar el demonio de la homosexualidad de su cuerpo, y la pobre Jeanette tiene literalmente que huir para preservar su cordura y su dignidad como ser humano.

Es solo una novela. Pero eso no significa que lo que cuenta no sucediera. Años más tarde Winterson volvió a hablar de esa época sin el velo de la ficción. Para titular sus memorias utilizó una cita de su madre, uno de los villanos más fascinantes de la literatura inglesa contemporánea. Lo que supuestamente le dijo en una de las conversaciones que tuvieron después de la catastrófica salida del armario de Jeanette fue «¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?»Artemisia_Gentileschi_—_Conversione_della_Maddalena_(Maria_Maddalena_penitente

Jeanette Winterson nunca será un sacerdote (utilizo el masculino porque sacerdotisa es una forma que durante casi dos mil años estuvo proscrita por sus connotaciones paganas. Inevitablemente, uno piensa cuánto sufrimiento se podría haber evitado a lo largo de los siglos si en la iglesia cristiana hubiera habido sacerdotisas, iguales en rango y dignidad a sus contrapartidas masculinas), pero es y será una profeta, en su tierra y fuera de ella. Con la excusa de hablar del libro que está a punto de terminar, Winterson nos habló del futuro que viene, -«no es ciencia ficción», repitió varias veces, «es lo que va a ocurrir, en 40 años o menos», cuando exista la posibilidad de escanear el contenido de nuestros cerebros y almacenarlo en dispositivos electrónicos, y así poder abandonar esta interfaz de carne con la que nacimos, y asomarnos a las dramáticas implicaciones de una vida sin muerte, y una población de inteligencias electrónicas que no necesitarán comida, sino solo energía.

«No es ciencia ficción.»

En persona, Winterson es paradójica y multiforme como en sus escritos. Al hablarnos insistía en que su visión del futuro no era una distopía, y su entusiasmo al explicar esa migración de la carne a la máquina así lo parecía confirmar. Y esto lo decía una autora que ha llenado páginas con párrafos de una sensualidad y erotismo deliciosos. Y del mismo modo su discurso, crítico, progresista, anti-Brexit y anti-sexista, está trufado de referencias al cristianismo y la Biblia, en un tono de espiritualidad benigna que tal vez habría horrorizado a su difunta madre, pero no le habría sorprendido.

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La pequeña Jeanette, aprendiz de predicadora, conmovedora de los corazones de su público, sigue muy viva en la Jeanette adulta, que alaba la Navidad más allá de las connotaciones religiosas y la describe como una oportunidad de sentarnos por unas pocas noches con nuestros seres queridos, los que están con nosotros y los que ya partieron, y poner en práctica, un@s con otr@s, la rara virtud del perdón.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

NOTAS:

1 Jeanette Winterson complementó su visión del futuro con la cita de dos libros que son los que más le han interesado sobre el tema de la inteligencia artificial en el que lleva tiempo trabajando. «Es una conversación en la que deberíamos participar.», dijo al público,»sobre todo las mujeres. Y las mujeres no están participando en ella», concluyó. Cito aquí los títulos para quien desee saber a qué se refería la autora:

How to Create a Mind: The Secret of Human Thought Revealed.  Escrito por Ray Kurzweil.

Hay traducción en castellano

Life 3.0: Being Human in the Age of Artificial Intelligence.  Escrito por Max Tegmark.

También de éste hay traducción en castellano.

2 Todas las pinturas reproducidas aquí son obra de la extraordinaria Artemisia Gentileschi (1593-1654). La imagen que abre la entrada corresponde a un autorretrato de la pintora tocando un laúd, y con su nariz puntiaguda y su pelo rojizo y rizado me recuerda a la propia Winterson, si ésta hubiera crecido en un país Mediterraneo alimentada con pasta y queso provolone. El original de este cuadro se encuentra en el Wadsworth Atheneum, uno de los museos más antiguos de Estados Unidos. Artemisia_Gentileschi_-_Self-Portrait_as_a_Lute_Player small

La imagen de la chica con pinta de sentirse fatal representa a María Magdalena como la Melancolía, siguiendo un truquito de los artistas antiguos, que variaban el significado de su obra de lo religioso a lo profano, para aumentar las posibilidades de venderlo. El original se encuentra en la Sala del Tesoro de la Catedral de Sevilla.

La imagen de la chica guapa semidesnuda con el cuenco representa la Alegoría de la Inclinación (en el sentido de sentir inclinación por el arte, no estar inclinado como la torre de Pisa)  y se encuentra en la Casa Buonarroti, un museo en Florencia fundado por la familia de Miguel Angel. De hecho, la pintura fue encargada por Miguel Ángel Buonarroti el Joven, sobrino del famoso artista, y originalmente presentaba a la muchacha completamente desnuda. La modelo podría haber sido la propia Artemisia, que lo pintó cuando tenía 22 años. Por ésta o por quién sabe qué razón, la imagen debió provocar cierto desasosiego a los herederos posteriores, ya que treinta años después de la muerte de Artemisia encargaron a otro pintor que añadiera al cuadro las pudorosas vestimentas que vemos hoy en día.

La foto de Jeanette Winterson firmando libros la he sacado de Wikipedia, y tiene una licencia Creative Commons con atribución, es decir, se puede usar, siempre que se indique el autor. Fue tomada en Varsovia el 16 de febrero de 2005. El autor de la foto es Mariusz Kubik.

La foto del que escribe esto sonriendo junto a la autora de Sexing The Cherry la tomó Bea Insa, pese a mis titubeos y protestas. Lo cual le agradezco de corazón.

Jeanette Winterson Signature

 

 

2 comentarios sobre “La profeta en su casa

  1. pese a mis titubeos y protestas. Lo cual le agradezco de corazón.

    ¿Por qué darte un capricho si puedes arrepentirte toda la vida de no haberlo hecho?

    No pude ver la charla. Y no he leído nada de la autora. Curiosamente, hay otra escritora (ahora no recuerdo nombre) que acaban de publicar por aquí con experiencia «parecida».

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