¡Ya nada se interpondrá en mi camino!

Es mas poderosoEn uno de los primeros cuentos que escribí en mi vida, sin duda un plagio descarado de las historias de Conan el Bárbaro, quería mostrar que el protagonista se sentía vacío viviendo en un ambiente de lujo. Para llegar a esta confesión no se me ocurrió nada mejor que hacer entrar a otro personaje y que le preguntara:

—¿Cómo te sientes?

A lo que mi protagonista respondía inmediatamente:

—Vacío. Este ambiente de lujo no es para mí.

Ole. 14 añitos y ya estaba hecho un puto Hemingway.

Haciendo una visita al blog amigo Safari Nocturno, me llamó la atención una entrada de otro blog sobre comics que sigue David, llamado  Frog 2000. La entrada se titula «Oh, no, otra vez no»: 50 argumentos y 100 frases que sería mejor no volver a ver de nuevo…gracias(2 de 2), y se trata de la segunda parte de la traducción de un artículo de Kevin Dooley en el que se recopilaba 100 ejemplos del tipo de diálogo que solía aparecer una y otra vez en los cómics de superhéroes hasta entonces. Kevin Dooley, leo en la wikipedia,  escribió este artículo cuando trabajaba para Amazing Heroes, una revista de Fantagraphics centrada en el mercado de los comics de superhéroes, en contraste con la otra revista de la editorial, el sesudo Comics Journal. Para entendernos, si el Comics Journal era como el Cahiers du cinema del cómic, Amazing Heroes era Fotogramas.

Leer la lista provoca un déjà vu de cientos de cómics leídos en la infancia y la adolescencia. Realmente los diálogos eran así, en una época en que los guionistas de comics apenas podían disimular el desprecio que les inspiraba el medio para el que escribían. Cito algunos de los primeros ejemplos de la lista (No hay un orden especial en ella):

1-«Solo tenemos una oportunidad, una muy pequeña, pero por lo menos la tenemos.»
 
3-«Puedo estar herido, pero aún no estoy acabado.»
 
4-«¿Eso es lo mejor que puedes hacer?» «No está mal. No está nada mal.» «Pero lo vas a tener que hacer mucho mejor.»
 
5-«Se ha marchado. Desaparecido.» «¿A qué te refieres con «desaparecido»?» «Es como si nunca hubiese existido.»
 
6-«Es más poderoso de lo que recordaba.»
 
9-«Es más rápido de lo que parece.» «Nunca había visto a nadie moverse tan rápido.» Y mi favorita de este grupo (dice Dooley): «¿Cómo puede alguien (o algo) tan grande moverse tan rápido?»

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Antes de que los superhéroes entraran en el mainstream una de las teclas que más soliviantaban a los fanáticos del género era la falta de respeto que recibía éste fuera del círculo de los conversos, que se plasmaba en la utilización de los medios del Batman camp de los 60 como representativo de los superhéroes, y por extensión de todo el cómic. Cuando algo relacionado con los comics era noticia, el titular inevitablemente incluía una onomatopeya tipo BAM! ZAP! POW! a la manera de la dichosa serie.

Aunque la simplificación era injusta para un medio narrativo tan sofisticado como el cómic, si hablábamos de superhéroes… bueno, quizá el zapato de cenicienta encajaba mejor de lo que habrían querido los fans del superheroísmo.

Dooley publicó el artículo en 1988, un momento de transición para el cómic estadounidense. Un par de años antes habían estallado los bombazos de The Dark Knight Returns de Miller, Janson y Varley, y Watchmen de Moore y Gibbons. Un año más tarde arrancaría Sandman, la serie que convirtió a Neil Gaiman en una estrella. Las tres obras  elevaron para siempre el listón artístico de los cómics comerciales americanos. Es posible que Dooley se sintiera movido a elaborar esa lista de pecados de los guiones de comics porque al fin había una generación de creadores más sofisticados literariamente con quienes comparar los esfuerzos de sus predecesores.

Después de Fantagraphics Dooley pasó a editar comics en la DC. Quiero suponer que durante sus años allí cuidó de mejorar el nivel medio de los diálogos en las series a su cargo.

No me resisto a citar algún ejemplo más de la lista:

15-«Puede que hayas empezado esta pelea, pero seré yo quien la termine.»
 
16-«¡Alto! ¡Detente! ¡Lo estás matando!» «¿Por qué me detienes?» «Para salvarte de ti mismo.»
 
18-«Ya he terminado de jugar contigo.» «Parece que te he subestimado, pero es algo que ya no volverá a suceder».
 
19- «¿Te atreves a burlarte de mí!?» «Pagarás por ese insulto con tu vida».
 
20-«¡Imposible! ¡Nadie había sobrevivido a algo así antes!»

Aparte del hecho de que probablemente nadie en la historia de la humanidad haya hablado así, hay cierta lógica en estos amagos de diálogo. En muchos casos las frases intentan transmitir información contextual sobre los personajes y sus capacidades sobrehumanas («es más poderoso de lo que recordaba», «nadie de ese tamaño se mueve así de rápido»). En un género en el que el más tonto vuela y lanza rayos por los ojos, y un puñetazo flojito tira abajo una pared de ladrillo, ¿cómo subrayar que un personaje es incluso más super de lo habitual, o que en la pelea hay más en juego de lo habitual? Pues introduciendo un globo de pensamiento en el que el rival nos lo cuenta directamente.

En otros casos se trata de problemas con el subtexto (el personaje dice exactamente lo que piensa y siente en cada momento, sin la menor ambigüedad o filtro), o bien intentos un tanto gansos de introducir un tema moral en la historia («si no te hubiera detenido en ese momento, lo habrías lamentado el resto de tu vida», etc.Alice

Les doy el beneficio de la duda a todos esos guionistas de comics al pensar que realmente no se estaban esforzando nada, o que pensaron que los niños de 12 años que eran el público mayoritario de aquellos cómics no habrían sido capaces de descodificar diálogos más sofisticados (obviamente, nadie se molestó en hablar con un niño o niña de 12 años adict@ a la lectura antes de sacar esa conclusión ). Porque si realmente creían ser ingeniosos a la hora de escribir esas ristras de frases… Bueno, hay memes de Hitler gritando en el bunker con diálogos más sofisticados que cualquier cosa salida de DC, Marvel o Charlton entre los 60 y los 80.

Nobody’s perfect

Escribir buenos diálogos es difícil. Es una habilidad comparable a escribir melodías, en el sentido de que o tienes oído y sentido del ritmo… o no lo tienes. Hay ciertas reglas de composición que se pueden enseñar, dependiendo del medio para el que escribas, pero más allá de eso, ahí está: lo tienes o no lo tienes. Y lo que es peor, teniéndolo, lo puedes perder. Billy Wilder aseguraba que a partir de los cuarenta uno empieza a perder el oído de la calle, como una especie de presbicia oral que nos afecta a los guionistas.

Vaya, Billy, muchas gracias. Y vete a la mierda, ya de paso.

pagaras tu insultoComo mínimo, un dialoguista debería ser capaz de observar los patrones de habla en las personas y reproducirlos, o al menos esbozar una aproximación. Todos tenemos unas construcciones de frase favoritas, a las que recurrimos una y otra vez, sobre todo cuando estamos nerviosos, por ejemplo cuando hablamos en público. No me refiero simplemente a las muletillas a las que acudimos, sino a verdaderas organizaciones complejas de frases que clonamos una y otra vez en nuestro discurso. Los estudiantes de todas las épocas han parodiado los modismos de sus maestros, porque al cabo de unas pocas clases son muy fáciles de detectar. Si cada uno en nuestras vidas tuviéramos cuarenta pares de orejas atentos a nuestras peroratas, sentiríamos más simpatía por esos profesores y sus manías sintácticas.

Por desgracia, es muy probable que Wilder tenga razón en lo de perder oído, si pensamos en esos personajes adolescentes escritos por treinta o cuarentañeros que hacen pitar los oídos en series y películas. Quiero imaginar que una manera de superar ese handicap a la hora de escribir es tener hij@s adolescentes. Y escucharles. Sin violar su intimidad ni espiarles, pero realmente escucharles. Quién sabe, quizá un@ aprenda algo sobre sus hij@s, de paso.

como puede algo

Y si no tienes adolescentes a mano, olvídate de intentar recrear el argot juvenil. Aun si el vocabulario es correcto, para cuando se llegue a rodar probablemente esté desfasado, y sólo conseguirás miradas desdeñosas de los chavales a los que intentabas impresionar con tu dominio de la situación. Mejor optar por un lenguaje más o menos neutro, si estás escribiendo narrativa o comics. O si escribes drama, cúrratelo. Trabaja con los actores que vayan a interpretar los personajes. Descubre cómo lo dirían realmente ellos. O cómo no lo dirían de ninguna manera. Es sorprendente lo que se llega a aprender cuando admites que no sabes de un tema y preguntas a quien sí sabe.


NOTAS:

1   Todas las ilustraciones de esta entrada son burdas copias de dibujos originales de Jack Kirby, realizadas con fines ilustrativos. El copyright de los personajes representados pertenece a Marvel, que a su vez pertenece a Disney. Aunque si hubiera alguna justicia en este cochino mundo pertenecería a la familia de Kirby y… probablemente, a Stan Lee también.

El caso de Kirby es característico de una sociedad como la estadounidense que ha encumbrado el negocio económico como el valor supremo frente a otros propios de sociedades distintas, como la creación artística, la imaginación, el respeto y, en fin, la pura y simple justicia.

Jack Kirby fue el alma y el cerebro que creó el universo de fantasía y ciencia ficción que a día de hoy sigue generando beneficios billonarios para dos o tres megacorporaciones del entretenimiento. Solo por eso debería haber llegado a ser tan rico como un Jeff Bezos o un Steven Spielberg. Como mínimo, Kirby debería haber sido el Miyazaki estadounidense, un creador de imaginación desbordante rodeado de respeto y apoyo comercial y creativo en sus sucesivos proyectos.

Pero Kirby era un pésimo hombre de negocios y fue incapaz de monetizar su inmenso talento creativo. Formaba parte de una generación de dibujantes de cómics de perfil proletario, acostumbrados al trabajo duro y el salario escaso, y para cuando quiso protestar y cambiar las condiciones, su carrera ya estaba en declive y sus derechos entrampados por décadas de malos acuerdos legalmente vinculantes. El de Kirby, aún más que el de los creadores de Superman, es el paradigma de todo lo que puede sufrir un creador si no vigila lo que firma.

Cuantos le conocieron recuerdan que en las conversaciones con Kirby eran recurrentes sus experiencias como soldado de infantería en la guerra mundial. Hojeando cientos de páginas de sus dibujos, copiando los trazos de sus caras con esa maravillosa anatomía caricaturizada, uno cree detectar en el espectacular dinamismo de su estilo una ansiedad perpetua, una incapacidad para permanecer en reposo, siquiera por un instante, que no remite con los años.

Me pregunto si ambas cosas tienen algo que ver.

2 No todos los guionistas de superhéroes estadounidenses pre-1986 eran tan patanes. El decano, Stan Lee -no vamos a entrar en el tema de la autoría- era ingenioso para los diálogos, aunque firmó tantos que probablemente es culpable de los 100 clichés de la lista en algún momento de su carrera. Probablemente fue el creador original de más de uno.

Denny O’Neil, Archie Goodwin, Chris Claremont o Roy Thomas hicieron todos cosas interesantes y no eran malos dialoguistas.

3 Ejercicio de escritura creativa: tomar las cien frases y construir una historia coherente usándolas exclusivamente. ¿Sería posible? Contádnoslo si alguien lo consigue. Para nota: que no sea simplemente sátira, sino una historia de verdad…

4 De toda la gente que he citado en esta entrada, sólo hay una mujer: la colorista Lynn Varley. Otros tiempos.

 5 Una muestra de diálogo de superhéroes contemporáneo (los derechos corresponden a Marvel y sus creadores. Mostrada aquí con fines ilustrativos):

 

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Traducción: SPIDER-MAN: «¿Puedes reescribir ADN como si tal cosa, y lo usas para convertir a personas en dinosaurios? ¡Pero con esa tecnología podrías curar el cáncer! SAURON: «Pero yo no quiero curar el cáncer. Quiero convertir a personas en dinosaurios.»

El subtexto sigue dejando que desear, pero está dando mucho juego para memes en redes sociales, sobre todo relacionado con Jeff Bezos.

5 comentarios sobre “¡Ya nada se interpondrá en mi camino!

  1. A veces tengo el impulso de usé en la realidad esas frases imposibles que aparecen en diálogos. Cosas como «eso está fuera de mi jurisdicción «… El resultado es divertido. Así que he guardado el artículo de las cien frases, intentaré el ejercicio que propones, a ver qué clase de historia sale.
    Me cago en Billy Wilder, por cierto. Aunque aplicado al lenguaje adolescente, tiene razón…

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      1. Vaya… He empezado a leer la entrada y me decía «esto lo acabo de ver hace unos días en otro blog»…pero luego ya he visto la explicación.
        Mmmm… Pues sí. Pero Billy estaba equivocado. Se pierde desde que naces,no a partir de los 40… y te pasas toda la vida buscando esos «diálogos»
        No sé con quién comentaba hoy eso mismo de todos los millones que dan las pelis Marvel y lo poco que vieron gente como Kirby, Ditko y el resto de dibujantes o autores que trabajaron o moldearon esos personajes o tramas.

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      2. Umh… okay… no sé yo cómo puedes perder la habilidad de escribir diálogos antes de aprender a hablar, pero bueno… Suelo citar el comentario de Wilder en parte porque creo que es verdad y en parte para invitar a mis colegas escritores/as a no caer en la complacencia. Wilder tuvo varias vidas comparado con otros, en distintos idiomas, y estaba muy orgulloso de su oído para el slang americano, a pesar de que jamás perdió su fortísimo acento austriaco. Para cuando dijo esto en alguna entrevista es posible que ya estuviera reflexionando sobre el pobre resultado de sus últimas películas, y que lo atribuyera a esa «pérdida de oído». Personalmente creo que Fedora es una peli muy floja, diálogos aparte, y Aquí un amigo… umh… tiene problemas de guion también, aunque en su día me hizo reír muchísimo…

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  2. Por cierto… para todos esos «eternos adolescentes» que son los treintañeros, cuarentones y cincuentones de hoy en día, nada como una comparación de diálogos con los verdaderos adolescentes y retratarlos.

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