A mitad de enero ya, y aún no he escrito nada aquí en lo que va de año. Los guionistas siempre estamos buscando excusas absurdas para no escribir, y la más absurda de todas es estar demasiado ocupado para escribir porque tienes mucho trabajo. Escribiendo.
Que es exactamente lo que me pasa desde hace semanas. Hemos empezado 2019 a full, con los ensayos de nuestra nueva obra, la versión larga de Camiselle, y el aterrizaje en Madrid de Paradigma.
El nuevo Camiselle implica quedar dos veces por semana con Juanjo Otero y Loli Astoreka, los protagonistas de la pieza junto con Bea Insa, que también dirige. Durante las vacaciones de Navidad preparé una nueva versión del texto que expandiera la obra de la versión concentrada que estrenamos en la UPV a un espectáculo de una hora que estrenaremos el mes que viene en Arimaktore. Como suele ocurrir con los planes más elaborados de ratones y hombres, fue leer la obra en el local de ensayo y descubrir que hacía falta un plan B, que implicaría desechar lo escrito estas navidades y buscar una nueva dramaturgia.
Ouch.
Bueno, the show must go on, etc. Como nos aburrimos, durante tres fines de semana este mes Bea y yo también vamos a estar en Madrid, representando Paradigma en la sala El Umbral de Primavera, en Lavapiés.
El Umbral es una salita pequeña y recoleta regentada desde hace cinco años por Viviana, una argentina muy amable que te hace sentir como en casa nada más llegar. Las dimensiones son ideales para Paradigma, que se crece en la cercanía con el público, aunque para la segunda fecha intentaremos tocar la posición de la pantalla que utilizamos, para así dar medio metro más de profundidad al espacio escénico de Bea.
Porque aunque suene contradictorio, a veces el teatro de cerca está demasiado… eso, cerca.
El sábado 12 esperábamos unas 20 personas, gracias a los buenos oficios de Germán, nuestro distribuidor/publicista, y del magnetismo personal de Trini, una buena amiga que se asegura de atrapar con lazo a todos los amigos que puede y traerlos a vernos. Al final el número de espectadores rozaba los 40, y Germán acabó sentado en el peldaño de piedra que recorre todo el perímetro de la sala. Después de Bea, el director Pako Revueltas y yo, Germán es la persona que más veces ha visto Paradigma. Es un poco cruel que tuviera que verla otra vez como un convidado de piedra.
De camino al airb’n’b donde íbamos a quedarnos, pasamos frente al Teatro Pavón, donde Irene Escolar y Bárbara Lennie protagoniza Hermanas, otra oda a la sororidad y el cariño escrita por el francés Pascal Rambert. Nos han hablado bien de ella. Como somos un@s enferm@s, de inmediato hacemos planes para aprovechar una de nuestras bajadas Paradigmáticas para verla. También me gustaría ver Roma en pantalla grande, pero como dijo Diógenes, «no se puede tener nada».
Después de la función, quedamos en un bar llamado Quijote con Trini y su tribu, donde nos dicen muchas cosas bonitas y se hacen muchos comentarios y críticas constructivas sobre la obra. Se discute si La princesa vikinga es una serie real o no. (No lo es). Si la ejecutiva es un monstruo o una víctima, o si la verdadera culpable de todo lo que sucede no será Ainhoa, la periodista. Nos piden una secuela donde por fin salga esta Ainhoa, que durante toda la obra está en off, hablando por teléfono con los personajes que sí aparecen en escena. Bea, por supuesto, está a favor y se ofrece a interpretarla ella misma. Sería el quinto personaje que interpretase en el universo de Paradigma.
Para el epílogo sonoro de la obra quizá forcé demasiado la distorsión y el ruido, y cuesta entender lo que dice el personaje. Algo que tengo que revisar.
Nos preguntan qué es lo siguiente que preparamos. «Una historia sobre bebés robados».
«O sea, que de momento no nos planteamos hacer comedia, ¿no?»
Intento tranquilizarles asegurando que habrá chistes, pero por alguna razón no me acaban de creer.
Al día siguiente tomamos el bus de vuelta a Bilbao. La velada de la noche anterior fue tan agradable y halagadora, que por supuesto dedicamos buena parte del viaje a discutir qué podríamos haber hecho mejor al crear el espectáculo.
En casa, Bea prepara chocolate y pan tostado para celebrar nuestra representación número 22 de Paradigma. Pensando en la obra se me ocurre cómo podría haber mejorado otra pieza que escribí hace casi tres años. He leído que esto le suele pasar a otros guionistas y cineastas: en mitad de la noche, se te ocurre cómo deberías haber rodado tal o cual escena de una película que hiciste hace muchos años. Te tiras de los pelos por no haberlo pensado en su momento.
Le cuento mi idea a Bea, que también trabajó en aquella obra y sabe de qué le hablo. Se encoge de hombros.
Las actrices son así. Pragmáticas.
NOTAS:
Todas las fotos han sido sacadas por mí, salvo la foto del interior del Umbral de Primavera, que he tomado de su página web, donde no consta quién la tomó. La presento aquí meramente con fines ilustrativos.
En los bosques 